sábado, 6 de marzo de 2010

TRAS EL MURO, MAS MUROS

Difusion

Por Alicia Cytrynblum

Tras el muro, más muros

El mundo ha pasado en veinte años de la euforia de la caída del muro de Berlín y de la utopía de un mundo único y más igualitario al levantamiento de nuevas murallas. Ese sueño de un nuevo amanecer para la humanidad que representó para muchos el fin de la guerra fría se debilita día a día con la construcción de nuevas fronteras concretas entre personas: la gran pared en Israel, la valla en Melilla (Marruecos - España), el levantamiento del cerco entre Estados Unidos y México. Pero no son los únicos. Otros se yerguen más sutiles pero no menos poderosos: la barrera tecnológica es uno de ellos y no es menor, los millones de analfabetos digitales que reproducirán el círculo de la pobreza.

El implacable muro del hambre es cada vez más vergonzante en un mundo que reboza de abundancia. En tanto que 1000 millones de personas se tambalean de hambre, en un mundo que produce cada vez más alimentos, más de un tercio de la población de los países desarrollados tienen sobrepeso. Todo esto incide directamente en la esperanza de vida: mientras que en India la vida araña los 60 años, los franceses promedian ochenta, en Malí las personas viven 45 años y en Ecuador los números dicen que los ancianos llegan a ver el sol hasta los 70, (según el estudio Hungry Planet, Peter Manzel). Siempre que tengamos muy claro que “si en el mismo país hay dos personas y dos pollos nos significa que exista un pollo para cada uno”, como muchas veces nos hacen creer las fríos estadísticas oficiales. Este salvajismo de la pobreza extrema es aun un acomodamiento de la caída del Muro. El mundo con una ideología única, lejos de traer igualdad, fraternidad y libertad, exportó democracias a través de la fuerza y desarmó los Estados nacionales transformándolos en mala palabra de la mano del consenso de Washington que en los hechos no termina de caer.

El resultado: cataclismo social en Latinoamérica (empezando por Argentina) y debacles económicas cíclicas en todo el planeta (la más reciente en 2009, con la crisis de las hipotecas en EEUU), antes vale el ejemplo del caso de corrupción en la compañía en Enron y la crisis en los organismos internacionales. En el área del pensamiento, la izquierda todavía no encuentra su lugar y recientemente se alinea en el frente de los “derechos humanos” mientras que la derecha, obtusa, sigue creyendo que el mercado todo lo arreglará.
Cómo positivo, una enorme y creciente participación social en todo el mundo: todos estos temas aquí enumerados existen en la agenda pública internacional principalmente porque las organizaciones sociales trabajan para establecerlos: desde la instalación de la Corte Penal Internacional a los comedores del barrio. Donde hay un problema, hay una organización social trabajando en su solución. Pero no alcanza, hace falta más. Hacen falta a todos los ciudadanos reclamando por políticas públicas serias, eficientes y sobre todo, urgentes, que promuevan la inclusión social y combatan el hambre hoy, ya mismo. El empobrecimiento –es un deber señalarlo – genera una enorme cantidad de sufrimiento en millones de seres humanos a quienes condena a su única vida por debajo de su potencial humano. Los obliga a vivir del otro lado de esa cortina tan tangible como el hierro y los separa de quienes tenemos nuestros derechos garantizados y por ello la obligación de poner nuestros máximos esfuerzos por derribar definitivamente las murallas que nos avergüenzan en tanto seres humanos.

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